Desde hace algún tiempo que buscando formas mas sanas de comer, me allegué al sushi. Y es sabido que cuando «la señora» comienza una dieta, les toca a todos, incluyendo su pareja. Esta vez fue a la inversa, Andrea terminó metida en mi cambio alimenticio y comiendo tanto sushi como yo.

Pero las replicas no se detienen allí. Quienes me rodean también han sido tentados por esta poco (aún, pero cada vez más) tradicional comida. Partiendo por Basilio y Bea, que de tanto verme babear por salmones y atunes crudos, hace algún tiempo invité a comer sushi hecho en casa por mis propias manitas.

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El fin de semana era preciso para pagar la deuda, y a las 4 de la tarde comenzó el trabajo. Que el arroz, que los huevos, que cortar los vegetales y el salmón (el medio kilo entero) que habíamos comprado precisamente para ello. En total, 3 horas de trabajo preparando hosomaki, uramaki, tamago yaki, nigiri, sashimi y las hojas de wasabi. En total, tunimil piezas para tan solo 6 personas.

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A fin de cuentas, tantas piezas que ni estando presentes Basilio y Yo, dos tragaldabas consagrados, no pudimos acabar con todo. Pero en 15 minutos se fue el trabajo de horas, justo lo que me molesta de cocinar.