Así decía el Burrito de Shrek y así fue el miércoles. Ya tenía la hora pedida para el medio día. Una de mis muelas del juicio tenía que salir volando, y preferentemente de la mejor y más sana forma, ya que Mónica se casa este sábado y tengo que estar en posición de bailármelo todo, no todos los días se casa tu mejor amiga.

Un pequeño detalle, yo pensaba que la que tenía que salir volando era la pieza 32, que ya había salido casi por completo, pero no!, era la 17!, aquella que todavía no pensaba ni asomar.

Que le vamos a hacer, ya estaba mirando al techo y el doc tenia todo dispuesto como quirófano cuando me tragué la noticia. Tal vez sea para mejor, pensé, total aún no sale y tal vez no esté tan porfiada como una que lleva años ya tomando aire puro. Craso error.

Tras cuatro inyecciones de anestesia el bisturí comenzó a hacer volar los trozos de encía que evitaban que la dichosa muela saliera al aire. Yo volado como Cheech y Chong juntos por supuesto que no sentía nada, pero hacia muecas extrañas por lo extraño que se siente que un bisturí este perforándote la boca.

Elevadores varios, fórceps, mas elevadores, el doc arriba mío haciendo fuerza (no estoy exagerando) y la puta muela no salía. Más fuerza y salió por fin volando un trozo de muela, pero las malditas raíces aun en su lugar.

Tras una hora y media con la boca abierta, dos inyecciones extra de anestesia y tres puntos de sutura en mi boca por fin terminamos. Se lo deseo a mis peores enemigos.